En Melbourne, los asistentes a Poof Doof, una de las fiestas gays más populares de la ciudad, ya saben lo que les espera: a quienes se sorprenda con GHB o ICE (metanfetamina) se les prohibirá la entrada al club de por vida. Peor aún, figurarán en una base de datos compartida por docenas de locales de toda Australia, y por tanto también se les prohibirá la entrada de por vida a todos estos lugares.
Esta drástica medida fue anunciada por Poof Doof en su página de Facebook el lunes, en letras mayúsculas: "Después de ver cómo estas horribles drogas han afectado a nuestra comunidad, Poof Doof ha decidido tomar medidas. Lejos de nosotros la intención de deciros lo que tenéis que hacer -no somos la policía de la diversión-, pero nos ponemos firmes con respecto a lo que ocurre mientras estáis a nuestro cuidado los sábados por la noche".
El mensaje continúa, sin ambigüedades: "El personal y la seguridad de nuestro local nos ayudarán a identificar, expulsar y prohibir la entrada a aquellos individuos que no hayan hecho caso de nuestra advertencia. No te equivoques: vamos en serio. Y las prohibiciones de por vida serán irreversibles"
¿Dará esta iniciativa ideas a otros promotores de fiestas gays de todo el mundo, que se enfrentan a los mismos problemas?
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